lunes, 21 de diciembre de 2009

TOME LO QUE SIEMPRE QUISE


Una voz me dijo; extiende tus brazos,
no tengas miedo, no temas,
logra tocar las estrellas
con pasión y con delirio,
no puedes darte por vencido;
hoy que hallaste la libertad de hacerlo.
Extiende tus brazos,
mereces alcanzar el cielo,
con un toque de tu aliento basta
para conquistar el universo,
no te des por rendido,
no te rompas, no te quiebres,
trepa cada escalón con el mentón erguido.
Entonces extendí los brazos en éxtasis
y, tome lo que siempre quise,
arrancarle mi voz al viento
y al cielo una lluvia de pensamientos.
Tímidamente me volví
y aquella voz se volvió a mí; gritando
--sube, remonta tan alto como puedas,
encúmbrate--
tuve miedo, me caí,
entonces sentí, un leve envión
que me lanzaba por los aires y,
volé y me elevé.
Y enaltecí el nombre de aquella voz,
palabra que como señal escucho
desde el fondo de mi alma,
expresión exaltada del bien
que no tardo en obedecer.
Allí en el fondo de mi aliento,
en mi esencia
ella está.



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